José Miguel Contreras | vicepresidente de ATresMedia
“Si no se remedia, las televisiones se pueden quedar sin ofrecer contenidos en alta definición en 2015”


José Miguel Contreras
Fuenlabrada | Alejandro Mora.- Ha dedicado toda su vida profesional a la televisión, a la que dice que le debe grandes momentos de felicidad. José Miguel Contreras (Madrid, 1958) compagina su trabajo como profesor en la Universidad Rey Juan Carlos con la vicepresidencia del nuevo grupo audiovisual surgido de la fusión de Antena 3 y La Sexta, AtresMedia. Su trabajo docente va enfocado más a aportar y ofrecer a los futuros comunicadores parte de lo que él ha recibido. La experiencia de todos estos años es un activo en conocimiento que, según explica, resulta de sumo interés poner al alcance  de las nuevas generaciones. En su papel de gran empresario de televisión, apuesta decididamente por ajustar el espacio de los medios públicos en favor de los privados y defiende la concentración de medios para hacer frente a gigantes como Google, sin que considere que ello debilita la pluralidad. “Sería un error autolimitarse por cuestiones ideológicas”, sostiene.

Pregunta. Con las fusiones de las cadenas generalistas el panorama televisivo se estrecha. ¿Cómo va a quedar en un futuro el mercado de las televisiones?
Respuesta. Hablar de futuro resulta complicado teniendo en cuenta la situación económica, por lo tanto es difícil saber cuál puede ser el panorama de algunos canales, principalmente los más pequeños. Otro elemento de incertidumbre es que estamos ante un momento de encrucijada tecnológica, con un debate sobre el futuro de la transmisión de contenidos televisivos a través de la red mezclado con los nuevos soportes de distribución abren una incógnita sobre qué pueden ser las televisiones dentro de 10 años.

P. ¿Y el escenario a corto plazo?
R. El espacio televisivo español estará concentrado en torno a dos grandes grupos, que son Mediaset y AtresMedia, que prácticamente tienen una situación de duopolio derivado de que el mercado no da opción a que existan otras alternativas. La tercera pata del mercado de competencia son las televisiones públicas que también viven un periodo de incertidumbre y que van arrastradas por la necesaria, y yo creo que justificada, reducción del déficit y que, además, es un gasto prescindible de cara a la ciudadanía que ve que éste estaría mejor justificado en sanidad o educación, por ejemplo. 

P. Está previsto ceder una parte importante de los multiplex a las empresas de telefonía. ¿Cómo va a afectar esto a la oferta de canales?
R. Este es otro de los elementos que ha sido muy controvertido en estas últimas semanas y no se sabe muy bien cómo va a quedar. Es muy difícil asumir ahora mismo cuál va a ser el modelo definitivo que vamos a tener. Lo único que sabemos es que a partir de 2015, los servicios de 4G, por parte de las compañías de telefonía, van a ocupar un espacio en el espectro que antes ocupaban las televisiones y que esto va a obligar bien a una reducción del número de canales que hoy existen en España bien a un replanteamiento de los sistemas de distribución que lleve a un pacto entre operadores y Gobierno que implique una cierta reducción pero que garantice la subsistencia de los principales operadores.

P. ¿Qué salida es la más probable?
R. Parece que va a ser esta segunda línea la que se lleve adelante. Lo lógico es que entre la Administración y los operadores se llegue a un pacto para ver, tecnológicamente, en el espacio disponible, cuántos canales es posible transmitir, cuáles son las necesidades de los operadores y si la Administración es capaz de crear un esquema que permita un cierto equilibrio entre las diferentes compañías que compiten en el sector para garantizar o facilitar su supervivencia.

P. ¿Cómo se encuentra esta negociación?
R. Quedan algunos elementos pendientes como es la ridícula situación en las que nos encontramos y es que España puede llegar a ser el único país del mundo civilizado que no ofrezca servicios de alta definición (HD) a los ciudadanos de manera gratuita a través de las emisiones televisivas. Los televisores que se adquieren en cualquier tienda los venden con esa capacidad de recibir la emisión en alta definición. Para emitir en HD es necesario un espacio por el que transmitir esa señal y ese espacio lo tiene que poner a disposición la Administración o pactar con los operadores para utilizar parte del espacio del que hoy se dispone para dar cabida a este tipo de avance tecnológico. 

P. ¿Puede ocurrir que las empresas de telefonía ofrezcan su propio contenido televisivo?
R. Todo el mundo está interesado en la industria de la televisión y diferentes sectores están quieren formar parte de él. Hasta ahora este mundo era muy cerrado. Hacía falta una licencia de un gobierno para poder operar en televisión. Ocurre que la tecnología está posibilitando el que se puedan utilizar diferentes vías para las que no hace falta permiso administrativo y que vienen apoyadas en desarrollos tecnológicos. El más importante de todos es todo el proceso de digitalización que tienen que ver con la extensión de la red.

P. Hacer televisión es actualmente más fácil.
R. Hoy, con algunos recursos, cualquiera puede montar su propio canal a través de Internet. Los televisores que se están poniendo en el mercado incluyen acceso a la red al igual que a las señales que vienen por el aire. La idea futura es que sea un monitor integrado en el que convivan las dos señales. Los propios fabricantes se de estos aparatos se están planteando decidir ellos qué canales incluir o qué canales no, o incluso hacer ellos mismos sus propios canales.

P. También pueden hacerlo las operadoras de telefonía.
R. Las compañías de telecomunicaciones, con la tecnología 4G o la fibra óptica, están poniendo en marcha servicios televisivos para ofrecer a los usuarios. Junto a todo esto siguen estando las grandes compañías televisivas que tienen el poder de la marca, el conocimiento del mercado y una situación que les va a llevar en el futuro a plantearse que tienen que ir haciendo modificaciones para ser competitivas y ocupar, también, estas vías de distribución. Aquellas compañías que entiendan que el futuro no es solamente la transmisión por ondas mediante un permiso gubernamental serán las que puedan desarrollarse con mayor viabilidad.

P. ¿La concentración de empresas del sector audiovisual es más una solución o un problema?
R. Yo soy defensor de que es buena la concentración. Entiendo la postura de quienes piensan que es mejor que haya mensajes y voces provenientes de diferentes sitios, de una mayor pluralidad ideológica. A mí me parece que esa es una visión demasiado corta. La batalla que ahora se libra no es la pluralidad, que creo que existe, la cuestión principal es la supervivencia. Si el sector televisivo no está apoyado en grandes compañías con capacidad financiera para abordar los retos pendientes y para enfrentarse a rivales de alto nivel en el futuro van a quedar barridas, en algunos casos transnacionales como Google u otras grandes compañías telefónicas mundiales.

P. Es el efecto de la globalización.
R. Pienso que es compatible la subsistencia de grandes operadores televisivos transformados en plataformas que manejen gran número de canales, que trabajen el sector de los contenidos, que trabajen otras vías de distribución y que entiendan que ya no trabajan para un público definido con un único producto, sino que trabajan para todo el mundo, con productos diferentes y que la pluralidad interna debe ser evidente si se quiere tener un mínimo de visión comercial. La mayor idiotez que podría hacer una compañía es, con la cantidad de canales que se tienen, excluir a un público por cuestiones ideológicas.

P. ¿Esas plataformas tienen que ser cerradas?
R. Es otra cuestión importante. En el futuro, la parte de la distribución estará completamente abierta, la parte de la conformación de las empresas dependerá de decisiones y movimiento empresariales, en muchos casos transnacionales, pero que al final de todo, para esta industria, la base son los contenidos. El negocio futuro va a estar en buena medida condicionado y derivado de quienes son capaces de generar los contenidos que ocuparan todas esas vías que por tierra, mar y aire van a inundar las vidas de todos los ciudadanos.

P. ¿Qué puede pasar con el espacio que ocupa RTVE?
R. Hay una petición permanente de las empresas privadas de UTECA. Entendemos que es excesivo el gasto general que las televisiones públicas han tenido en el panorama televisivo español y una opción es que, si hay problemas de espacio, se disponga de parte del espacio público. Aunque fuera, por ejemplo, para hacer emisiones en alta definición de todas las cadenas. Que el Gobierno administre parte del espacio disponibl y en vez de dedicarlo para generar más gasto público, inútil, innecesario y deficitario, lo dedique a dar un servicio a todos los ciudadanos poniéndolo a disposición de los operadores televisivos públicos y privados.

P. ¿Qué soluciona entregar el espacio público al sector privado?
P. Se resuelve así uno de los grandes problemas que tiene la televisión, ya que en el futuro, a través del servicio en la red, por cable o de telefonía, la alta definición va a estar presente y carecer de este servicio por parte de los grandes canales televisivos sería una falta de competencia.

P. Está cuestionando el futuro de la televisión pública.
R. Este tema requiere un replanteamiento. Hay que reconocer la importancia que tuvo en la creación de la industria audiovisual y del cine en nuestro país, pero creo que hoy en día estamos hablando de empresas sobredimensionadas, fuera de unos planteamientos coherentes de estructura como compañía, con unos fines bastante indefinidos.

R. ¿Cuál es su propuesta?
P. Creo que habría que clarificar los objetivos de la televisión pública. Veo evidente que, porque las empresas privadas tienen libertad para mantener las líneas informativas que quieran, para crear su espacio ideológico libremente, pienso que siempre será necesario que haya una televisión pública, siempre y cuando tenga como fin primordial la objetividad, la garantía de dar a los ciudadanos un medio de comunicación independiente de los intereses de empresarios privados. Estas razones, por sí solas, ya garantizarían la necesidad de que hubiese una televisión pública.

P. Y a las televisiones públicas autonómicas, agrupadas en la FORTA, ¿qué futuro les espera?
R. FORTA es uno de los grandes disparates que hemos creado en este país. Es una buena idea pero mal llevada  y sobredimensionada. Podría tener todo el sentido del mundo que en un sistema de canales de cobertura nacional exista una red de ellos creados para atender los intereses de cada comunidad. Pero ¿qué sentido tiene que esa televisión tenga los derechos de la liga de fútbol nacional o emita grandes películas de Hollywood o compre series importantes norteamericanas? La respuesta es ninguno.

P. Entonces, ¿qué función debe cumplir, a su juicio, la FORTA?
R. A lo que tendría que dedicarse es a ofrecer contenidos de la comunidad, con costos razonables para esa comunidad, pero no convertirse en un operador que compite con las grandes cadenas nacionales en contenidos de interés nacional. Esto va contra el concepto mismo de lo que debe ser una televisión autonómica o una televisión regional.

P. ¿Por qué cree que existe la actual red de televisiones autonómicas?
R. Ahí hay un elemento político que hace que los gobiernos autonómicos deseen tener un vehículo de propaganda para defender sus intereses. Se han creado, en muchos casos, empresas muy por encima de las necesidades de la comunidad y es por eso que, ahora, se está en proceso de cierre o de readecuación a la realidad que debían haber tenido.

P. Y el sector de la televisión local, ¿cómo queda?
R. Es un tema distinto al de las televisiones regionales. Cuando más falta hacían en España, no existían, y cuando se han querido poner en marcha, ya era casi demasiado tarde. La necesaria actividad que hace la información local, más cercana, hoy se puede cubrir por otras vías. Internet, por ejemplo, puede ser un vehículo más adecuado para satisfacer necesidades de comunicación de comunidades más pequeñas.

P. ¿Cuál es la clave para crear esta televisión local?
R. Cuando se hace necesaria, porque existe un núcleo de personas más numeroso, la clave es medir los costos. Normalmente las televisiones locales en el mundo, salvo en las grandes ciudades en las que existe un interés comercial evidente, están vinculadas a movimientos vecinales, a televisión de acceso, es decir, no a la contratación de grandes servicios de producción ni la búsqueda de informativos con los que el alcalde pudiera influir en la opinión del pueblo, sino facilitar un medio que con unos pocos recursos se creen espacios de acceso para los ciudadanos, de debate, de diálogo, con cuestiones que no entran en la programación de las televisiones regionales o nacionales.

P. ¿Por qué no ha funcionado en España?
R. El error que se cometió fue que se dieron las concesiones de las televisiones locales a grupos ideológicamente afines y con afán de negocio, pero la televisión local no es negocio, por lo tanto tiene que estar en manos de quienes quieran hacer, no negocio, sino comunicación local. Durante años el sector del ladrillo vio en este vehículo un elemento para la presión local y condicionamiento de la vida municipal. Con la crisis el sector abandonó estos proyectos que antes habían hecho crecer.

P. ¿Hay que dar por perdida la televisión local?
R. La inexistencia de televisión local es una anomalía que tiene España. Hay razones históricas para entenderlo y necesitará un replanteamiento desde cero y un renacimiento más natural. La crisis puede que sirva para limpiar estas televisiones de todos aquellos que, teniendo licencias, no las usan para realizar información y comunicación local.

P. Y en el sector privado, ¿cómo se va a evolucionar la relación entre las dos marcas que componen su grupo, Antena 3 y La Sexta?
R. Como consejero delegado de La Sexta fui el principal promotor para que la fusión se hiciera porque siempre he entendido dos cosas. La primera es que el futuro pasaba por crecer y ser grandes, ser compañías con capacidad de competencia en el mundo que se avecina. El segundo aspecto, que lo que yo siempre he querido es preservar el producto de La Sexta. En España no había una televisión que viese la realidad desde un punto de vista más progresista, debido a que siempre han sido grupos de ideas más conservadoras quienes han detentado el control de la televisión.

P. ¿Está en peligro la línea editorial de La Sexta?
R. En el acuerdo de fusión siempre quisimos que se preservara la identidad de la cadena. No hubo necesidad de esforzarse en explicar todo esto ya que todo el mundo así lo entendía. La integración se ha hecho de manera natural.

P. Aunque las posiciones de Antena 3 y La Sexta se sitúan en polos casi opuestos.
R. En AtresMedia tenemos fijado como objetivo dar contenidos para todos los ciudadanos españoles. Sería un error autolimitarse por cuestiones ideológicas excluyendo a personas por este motivo. Además de un error, sería un déficit como empresa desde el punto de vista democrático. Es una de las características del proyecto de AtresMedia, la idea de pluralidad interna.

P. Esta situación no era normal hasta ahora.
R. Antes no se podía hacer ya que al tener un solo canal de emisión no se podía abarcar tanto. Lo lógico, al tener siete señales y docenas de programas, es que se ofrezcan alternativas de programas que tengan elementos comunes. Esto es principios éticos a la hora de entender la televisión.

P. ¿Dónde está el elemento común entre las distintas líneas ideológicas?
R. Antena 3 puede ser una televisión más conservadora y tradicional en sus contenidos y La Sexta cumplir un papel más trasgresor, con contenidos más audaces, pero respetando los principios éticos de credibilidad informativa y no manipulación, evitar los contenidos basura, ni tratar al espectador como la coartada para ofrecer contenidos tóxicos con el fin de obtener beneficios. Sé que es un nuevo modelo y puede chocar el cambio pero el paso del canal único al sistema multicanal abre una cantidad extraordinaria de posibilidades.

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